lunes, 10 de noviembre de 2008

Carta a un amor imposible

Hola,

¿cómo empezar esta carta si no sé ni cómo llamarte? Tengo tanto que decirte ...y no sé cómo hacerlo. Así me he decidido a escribirte, aunque sé que nunca te enviaré mi escrito.
Sí, tengo que decirte que ya lo has conseguido, sin darte cuenta, pero yo ya sólo sueño contigo.
Tu imagen me quema, con tu voz tiemblo, si estás a mi lado, te deseo.
Tus ojos me turban, sólo quiero poder verlos. En su azabache oscuridad sólo veo profundidad y me sumerjo en tu mirada porque en ella puedo flotar.
No lo entiendo. Cautivada, hechizada, seducida, es que te quiero.

Las nubes lloran hoy de felicidad por mí al ver mi cara iluminarse pensando en ti aunque este agua que golpea contra el transparente cristal que nos separa no apaga la llama encendida.
Imagino tus manos buscando las mías, acaricio tus brazos y llego hasta tu barbilla, por ver tus labios entreabiertos oigo música. Con el calor de tus besos florecen los almendros. Mis dedos bailan entre tus rizos, tu respiración en mi oído, quisiera perderme para siempre contigo.

Pero abro los ojos y mi sueño se desvanece. La música se convierte en lamento, la lluvia, en tormenta y río. En mis manos vacías sólo queda tu olvido.
Te odio. Los pájaros callan, los almendros están marchitos.
No preguntas por qué, pero yo te lo digo, te odio, te odio y te odio, sólo porque te quiero, amor mío.

Quizá debiera olvidarte, pero me abandono a este sentimiento que dentro de mí crece y crece, está demasiado vivo.
Sé que tú nunca vendrás conmigo.
Y no puedo, me rindo.

Hasta siempre, no te olvido.



martes, 21 de octubre de 2008

Amigo


Cuando una voz amiga pregunta si tienes problemas y te echas a llorar sin más, es cuando te das cuenta de que, a lo que creías que considerabas absurdo, le estás dando más importancia de la que deberías.

El día está gris y en el aire flota el aroma de la codiciada rutina, eso me gusta, pero algo me falta hoy, un abrazo. Un simple abrazo de un amigo.
Y digo bien amigo, que no amiga. Después de tanto caminar, distingo entre varios tipos de relaciones hombre-mujer, la pareja, el amante y el amigo, con todas las combinaciones posibles entre ellas. Pero yo hoy solo quiero al amigo, ese que me recoge en sus brazos dando seguridad y volumen a mi pequeñez.
Me siento sola y solo quiero que, asiéndome con fuerza, me diga que no lo estoy. Él entiende que es difícil esta vida y cuando con su comprensión sonríe, me da las fuerzas que me faltan hoy.
Sólo él me dice que estoy guapa sin buscar un rato de cama. Escondida en su abrazo le hablaría de todas las palabras que me hieren a diario como cristales en el pie descalzo. Sólo en su abrazo generoso le hablaría del egoísmo que nos rodea.

Saco mi violín que hoy suena melancólico en su canto asordinado. También busca tu abrazo, ¿dónde estás amigo mío? Ven esta noche conmigo. Solo siento frío.

martes, 9 de septiembre de 2008

En un pueblo de Zaragoza...

9 de Septiembre, 25ºC y llueve. El verano acaba y me abrazo a la rutina del día a día.
Hace pocos meses, cuando esta misma rutina le resultaba insoportable a una mujer que ya no existe, sin más ocurrió algo que les contaba a unos pocos amigos en una carta.
Esta es la historia.


En un pueblo de Zaragoza...

El humo de un cigarro nublaba su mirada. El pulso tembloroso le recordaba el mal trago y, sentada en la cocina, solo escuchaba el silencio.
De pronto, como un relámpago lejano que ilumina el horizonte de una noche cerrada un gran interrogante en forma de por qué se hizo dueño de toda su mente, pero esta vez no tuvo que ahogar un sollozo. Se había repetido tantas veces que hay preguntas que es mejor no hacerse que ya sabía de sobra que hay preguntas que no tienen respuesta.

Sin darse cuenta se encontró en la calle y, por primera vez, vió lo que le rodeaba: su vida.
Echó a andar por aquella calle llena de arena y piedras en la que apenas había aparcados tres coches y al subir las escaleras que daban a la calle de arriba y doblar la esquina, el olor a pimientos asados que salía de una bajera le recordó que aún no había comido.
Caminaba sin rumbo por entre las casas bajas que, con sus ventanas llenas de flores, daban color al final de la mañana. Un pequeño saltamontes se cruzó en su camino, y detrás de él, un atigrado cachorro de gato callejero saltaba sin cesar intentando cogerlo.

Fue entonces cuando se dió cuenta de que estaba sonriendo. La ansiedad que minutos antes encogía su estómago era apenas un recuerdo y un profundo suspiro escapó entre sus labios.
Era feliz. Nunca pensó que lejos del bullicio y la familia pudiera serlo, pero asi era.

En aquél pueblo de gentes amables, tranquilas y nobles, de calles estrechas y cuestas imperdonables, el soplido del cierzo en su oido le trajo unas palabras: la felicidad está en las pequeñas cosas, solo hay que saber apreciarlas.


Volviendo a sentirse joven se dió la vuelta y regresó a casa pensando en lo que había aprendido en ese momento y cuando entró en la cocina con toda una vida por delante y recostó la cabeza en su brazo sobre la mesa, por fin, durmió.

martes, 15 de julio de 2008

Si pudiera parar el tiempo

Si pudiera parar el tiempo...
lo haría en esa noche que llegaste a mi.
El deseo y el miedo caminaban juntos
dándose la mano por primera vez.

La mentira me asusta,
la verdad más,
la incertidumbre me inquieta
y la indecisión es mi dueña.

Esas dudas, aliadas del miedo,
grandes sombras que me paralizan,
desaparecen con tu recuerdo,
noche de luna llena.

Dilatada pupila celeste,
solitaria descansas en tu halo algodonoso
despertando pasiones
tiempo atrás olvidadas.

Como tú, aquí me encuentro,
fría, pálida, sola...
y enamorada de un astro
cuyo paso no alcanzo.

Mírame luna,
en tu fuerza está mi fuerza,
por tu brillo, suspiro,
esperanza de un ciclo que se puede cerrar.

En tu despertar tráeme su alegría,
devuélveme a la luz de aquella noche
para que el miedo y el deseo
me vuelvan a tender su mano.

En tu descanso llévate mi pena,
devuélveme a la luz de un día
en que sólo sonría,
y por mi risa... él viva.

lunes, 7 de julio de 2008



A la orilla del mar al caer la noche los reflejos de las luces del puerto en el agua parecen pequeñas barcas a la deriva.

En su pensamiento, viajan juntos en una de ellas balanceándose sin rumbo en un infinito mar en calma.

Tiempo... el azar les ha unido... el destino les separará, y mientras cuatro pececillos de colores juegan a su alrededor, se miran fijamente viendo en la mirada del otro el puerto donde atracar.



sábado, 31 de mayo de 2008

A ti.

Es madrugada. Una vez más me siento en el sofá con el insomnio a mis pies, compañero inseparable.
Dos hielos en forma de estrella campanillean en mi vaso. Me sirvo un generoso Chivas, cierro los ojos y pienso en ti.
Sé que no eres real, no sé si algún día lo fuiste, yo te soñé despierta.


Ayer era septiembre, hoy ya ha pasado febrero entre días llenos de tu ausencia.
Febrero…mes de enamorados.
A ti, hombre, sueño, te debo el que todos los meses sean febrero. A ti te voy a dedicar este febrero.
Me recuesto entre los cojines de plumas, hoy te estoy echando de menos.


Necesito tu abrazo, tener tu sonrisa en mis dedos, oir tu latido al acercarme a tu pecho, necesito que acaricies mi pelo.
Quiero tocar tu cuello, quiero oler tu piel, quiero que me mires, quiero que me beses.
Quiero no decir nada, quiero no tener miedo, quiero decirlo todo, quiero gritar tu nombre... quiero susurrarte un "te quiero".


lunes, 12 de mayo de 2008

De vuelta a casa

Hace pocos días de vuelta a casa, mientras conducía, no veía la carretera. Sólo conseguía ver al fondo ese monte esbelto con el que cree que tiene un vínculo especial. Estaba azul y gris, tan azul y tan oscuro como el cielo, con sus nubes densas cargadas de lluvia aguantando sin dejar caer una gota. Había mucho tráfico, pero no le molestaba. Sentía que iba sola adelantando un camión y luego otro, pero como si no fuera ella quien condujera, de hecho, era el monte el que la llevaba y era hacia él hacia donde iba. A sus pies está su casa.


Los niños gritaban en la parte de atrás y en la radio una preciosa canción de amor hizo que se pusiera a cantar sin darse cuenta. Silencio en el coche. Los niños siempre quieren que cante y ella procura hacerlo porque es verdad que les gusta, le escuchan y se calman. Por la noche antes de dormir le piden una canción, siempre la misma, uno el villancico de los peces en el río, que da igual que sea el mes de mayo que la siguen cantando; el otro la del barquito chiquitito que por fin navega. Ellos se tumban en la cama, ella se sienta a su lado, se cogen las manos y cantan. Su cara es de ilusión.

Pero este día, mientras les cantaba en el coche, con su silencio, un montón de sentimientos se encontraron. Ellos también lo notaron. En un día en el que estaba tan azul como el monte, tan gris como el cielo y tan cargada de lluvia como esas nubes, la carretera se desdibujó poco a poco bajo la emoción apenas contenida y se volvió tan difícil como somos las personas, imposible en según qué condiciones. No sabría decir qué le provocó esa emoción, aunque quizá fuera todo y nada, la tranquilidad que llega a ratos, el sueño que no llega nunca y una nostalgia que a veces es gris como ese día y a veces tan primaveral como la risa de los pequeños que escuchaban su canto entrecortado.


Cuando las nubes empezaron a acompañarle y lentos y rítmicos goterones empezaron a chocar contra el cristal, solo tuvo un deseo, que esa carretera no acabara nunca.


viernes, 2 de mayo de 2008

Un año después - 17 Marzo 2008


Un día como hoy, 17 de Marzo, hace un año mirando una litografía me reencontré conmigo misma. Llegué hasta ella caminando por las calles de mi Madrid natal, en un día soleado, repasando sin darme cuenta los entresijos de mi vida. No hablaba sola. A mi lado un desconocido con el que me encontré en la boca de metro de Arturo Soria caminaba atento escuchando mi historia. Cuando yo acabé, él me contó la suya. A veces resulta muy fácil hablar con un desconocido porque a pesar de dejar la intimidad expuesta sobre la mesa se preserva el anonimato.

No sé quien era ese desconocido, simplemente estaba allí, conmigo, apareció con una sonrisa extrañamente familiar que me hizo ver que no todo tiene por qué tener el mismo color.


Ese 17 de Marzo se abrió ante mi una puerta desde la que ví una escalera, estrecha e imposible, con tramos de gran pendiente y tramos más tranquilos donde tomar aire. Escalón a escalón empecé a subir, sin darme cuenta de en qué momento el desconocido amigo que me acompañaba dejó de hacerlo.

Me vi boca arriba, me vi boca abajo, me vi sola y buscando algo, sin saber qué. En cada giro de la escalera volví a mirar para encontrarme con el desconocido.

Siguió su camino, yo el mío, y espero que le vaya bien. Le cogí cariño en los pocos minutos que me acompañó por una razón, me hizo creer en mi misma, me escuchó, me miró y me dijo: puedes.


Hoy sigo andando por esa escalera. Un año después he comprendido lo importante que es seguir andando, que por muchas vueltas que la escalera dé, cuando nada es lo que parece, ni la escalera, ni lo que encontramos en ella, ni nadie, lo único que hay que hacer es seguir y tomar cada tramo como viene, sabiendo que en cada escalón todo puede cambiar y que en su metamorfosis está la belleza de una existencia, de un camino que solo hacemos nosotros paso a paso. He entendido que esa belleza no podemos atraparla, pero podemos disfrutarla si nos paramos un instante a mirarla. A veces la he visto, en momentos fugaces que he guardado en el cajón secreto de los recuerdos para no olvidar que existe, y algunos días abro ese cajón y, evocando, surge una sonrisa, o una lágrima, o las dos. Entonces me doy cuenta de que esos momentos me acompañarán siempre y que si sigo andando iré llenando mi cajoncito con otros.


Un año después espero el momento en que un tramo de esta escalera me lleve a otra litografía, esa en que tras un suspiro vea un jinete que no vague solitario, que siga dormido y guarde sus espinas, aquellas que saca en los malos tiempos, aquellas que espero ahora tenga guardadas. Me imagino delante de ella, en blanco y negro, luminosa, con aquél desconocido a mi lado, mirando y disfrutando de la metamorfosis que nos ha llevado a estar en ese tramo parados, suspirando y abriendo el cajón de los recuerdos para que ese momento también quede en él.


viernes, 25 de abril de 2008

Perdidos - 3 marzo 2008


Vaya, no oigo nada, no oigo a nadie... ¿quién hay? pues quien si no, tú. Estoy soñando. No, no lo hago. Me duele y es un dolor real. Tengo los ojos abiertos, duele.
Me siento desnuda, están perdidos, estoy vacía. Voy a tomar altura, aunque me veo pequeña...me da vértigo, no me gusta lo que veo.
Quiero algo, pero no sé que es, ¡una copa! no, no, ¡mmm! ¿un cigarro? no, eso sí que no, ¡¡ya sé!! ¡¡Hurricane!! espera Bob... enseguida cantas.
Sí, eso es, rock and roll con la armónica de Dylan, una descarga de adrenalina es lo que necesito justo ahora.
La maraña de pensamientos que me están volviendo loca desaparece con los primeros brincos, fuera el frío, no más preguntas... pero sí, sí me pregunto, aunque no quiera.
No sé a quien echo más de menos, no sé por quien estoy más triste, mejor voy a seguir la música: un-dos-tres, un-dos-tres, un-dos. Me trae recuerdos, hace años, muchos ya, qué tiernos. Vaya, si sonrío. Ha pasado tanto desde entonces...
¡¡no, no, no!! ¡¡sigue saltando!!
Pero es que ya es tarde, ya os estoy hablando, no, ya he escogido, ya te estoy hablando. Te miro desde la alfombra, descalza, y te cuento lo que ya te he dicho...

Si pensaba en alguien era en ti,
si quería algo eras tú,
pero nunca creí que existieras.
Vivía imaginándote,
me conformaba soñándote,
sonriendo tus miradas
y buscando tus caricias.

Empecé a temblar
cuando te hiciste realidad,
lleno de luz alguien cantó, eras tú,
en la noche alguien durmió, era yo,
y creí volver a reir,
solo de estar junto a ti.

Un beso, un hasta mañana,
y el cruel silencio se hizo mi fiel amante
en los oscuros días que son las noches
que no he dejado de llorarte.
Entre susurros...un rumor, ¿mentira?
cuando el abanico de sensibilidad se despliega
de un color verde esperanza,
las lágrimas brotan y el silencio grita.


Nada queda,
sueños de recuerdos,
recuerdos de realidades,
realidades que ahora son sueños,
pero rotos,
ahogados en un mar que se aleja de la orilla
con la fuerza de una marea de luna llena.


En la arena pierdo tu paso,
no volverás,
pero me basta con saber
que ya nunca estaré sola,
siempre estarás en mi,
siempre habías estado aquí.

¡¡Para!! ¡¡Calla!! y sigue, sigue bailando, sigue saltando, sigue, no pienses y calla, nadie escucha, tu baila.


domingo, 20 de abril de 2008

El libro - Febrero 2008


Como una página en blanco esperando que la tinta de una pluma deje los trazos de una historia. Así es la vida.
Cada movimiento, cada acto, cada palabra dicha, cada palabra callada, todo va dando lugar a este libro vital de difícil escritura.

Tu sonrisa me inspira a dibujar en el mío y me recuerda cómo quisiera que esta página en blanco tú la escribieras.

Con tus manos huesudas rodea las mías que sabes que son tuyas y zambúllete conmigo en este juego de signos.

Bailemos juntos sobre esta paleta de bermellón, lapizlázuli y esmeralda, y a cada paso, dibujemos nuestra historia.