viernes, 2 de mayo de 2008

Un año después - 17 Marzo 2008


Un día como hoy, 17 de Marzo, hace un año mirando una litografía me reencontré conmigo misma. Llegué hasta ella caminando por las calles de mi Madrid natal, en un día soleado, repasando sin darme cuenta los entresijos de mi vida. No hablaba sola. A mi lado un desconocido con el que me encontré en la boca de metro de Arturo Soria caminaba atento escuchando mi historia. Cuando yo acabé, él me contó la suya. A veces resulta muy fácil hablar con un desconocido porque a pesar de dejar la intimidad expuesta sobre la mesa se preserva el anonimato.

No sé quien era ese desconocido, simplemente estaba allí, conmigo, apareció con una sonrisa extrañamente familiar que me hizo ver que no todo tiene por qué tener el mismo color.


Ese 17 de Marzo se abrió ante mi una puerta desde la que ví una escalera, estrecha e imposible, con tramos de gran pendiente y tramos más tranquilos donde tomar aire. Escalón a escalón empecé a subir, sin darme cuenta de en qué momento el desconocido amigo que me acompañaba dejó de hacerlo.

Me vi boca arriba, me vi boca abajo, me vi sola y buscando algo, sin saber qué. En cada giro de la escalera volví a mirar para encontrarme con el desconocido.

Siguió su camino, yo el mío, y espero que le vaya bien. Le cogí cariño en los pocos minutos que me acompañó por una razón, me hizo creer en mi misma, me escuchó, me miró y me dijo: puedes.


Hoy sigo andando por esa escalera. Un año después he comprendido lo importante que es seguir andando, que por muchas vueltas que la escalera dé, cuando nada es lo que parece, ni la escalera, ni lo que encontramos en ella, ni nadie, lo único que hay que hacer es seguir y tomar cada tramo como viene, sabiendo que en cada escalón todo puede cambiar y que en su metamorfosis está la belleza de una existencia, de un camino que solo hacemos nosotros paso a paso. He entendido que esa belleza no podemos atraparla, pero podemos disfrutarla si nos paramos un instante a mirarla. A veces la he visto, en momentos fugaces que he guardado en el cajón secreto de los recuerdos para no olvidar que existe, y algunos días abro ese cajón y, evocando, surge una sonrisa, o una lágrima, o las dos. Entonces me doy cuenta de que esos momentos me acompañarán siempre y que si sigo andando iré llenando mi cajoncito con otros.


Un año después espero el momento en que un tramo de esta escalera me lleve a otra litografía, esa en que tras un suspiro vea un jinete que no vague solitario, que siga dormido y guarde sus espinas, aquellas que saca en los malos tiempos, aquellas que espero ahora tenga guardadas. Me imagino delante de ella, en blanco y negro, luminosa, con aquél desconocido a mi lado, mirando y disfrutando de la metamorfosis que nos ha llevado a estar en ese tramo parados, suspirando y abriendo el cajón de los recuerdos para que ese momento también quede en él.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Coti
Me gusta mucho como escribes y como te expresas, te animo a que sigas subiendo por esa escalera, que aunque a veces sea duro subir esos peldaños merece la pena hacerlo.
No quiero despedirme sin decirte que si alguna vez necesitas ayuda para poder seguir adelante, (aunque no creo que la necesites ya que eres fuerte y luchadora como ninguna) no dudes en contar conmigo, ya que te quiero mucho y te aprecio todavía más, me alegro que hayas dado el paso de abrirte y publicar lo que escribes, ya que a mí, personalmente, me gusta lo que dices y el cómo lo dices. Un Beso
JAC

Coti dijo...

Hola JAC!
mil gracias por tus palabras y tu apoyo, ayudan a seguir luchando.
Sabes que aqui tienes una amiga.
Un beso.